Pero no todo en la vida es malo, puede que te hayas encontrado con excelentes maestros que han intentado inculcarte los más valiosos conocimientos y virtudes; pero es innegable que no sabes cómo ponerlos en práctica en un mundo tan dominante.

Precisamente lo que Jesucristo vino a hacer en este mundo fue a desalienarnos, cambiarnos de mentalidad y por esto afirma “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31b-32).

Después Pablo hace la siguiente invitación: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Lo que fundamentalmente significa que la verdad de Cristo es muy distinta a la verdad que nos ha contado el mundo, la sociedad neo-liberalista (capitalista) en la que fuimos formados los colombianos y de la que están sometidas todas las naciones, de algún modo. De este modo, debemos cambiar de mentalidad, debemos quitarle prioridad a la adquisición de bienes materiales, quitarle prioridad al consumo, al trabajo, a la indiferencia, el egoísmo, el desfogue de los placeres, la violencia, la mentira, en fin, a todo aquello que nos inculca la sociedad de alguna manera; para darle prioridad al amor, a la compasión, al perdón, a la virtud, al bienestar, a la verdad.

Seguir a Cristo implica dejar de seguir al mundo (la sociedad) y Jesucristo lo dejó muy claro: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” Juan 15:18-19.

Y más adelante en Juan 17:14-18 dice: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”