Marzo 15 de 2012
Toleradme un poco de imaginación…
Cuenta la leyenda que en los tiempos remotos, cuando el mundo era aún joven, en el olimpo vivía un ser algo extraño, sí extraño, eso decían muchos.
Este ser era tan extraño que algunos huían de su presencia y decían: “es hijo de los dioses o de seguro ha de ser uno de ellos”, tanta era su fuerza que las piedras le huían, los animales feroces de la tierra y el cielo no deseaban encontrárselo; su vida transcurría en soledad y penumbras, respetado por muchos, pero olvidado por todos.
Además de sus grandes cualidades, contaba con la bendición de los dioses, aunque él no lo sabía, pues sus padres habían muerto cuando era tan solo un bebé y los que tenían esa información, no se lo decían por temor a su ira y su gran fuerza.
Este ser fue creciendo, la soledad que implicaba la ausencia de sus padres lo había hecho un ser dado a la expedición, el análisis y a la agresividad, su vida se componía de las hazañas que realizaba y de la soledad que lo envolvía; no obstante llegó a un momento de su vida en la que quiso ver otra realidad otro estilo de vida, pero lógicamente era una tarea complicada pues tenía primero que todo dominar su fuerza y sus habilidades porque de lo contrario nadie al que él se le acercara se mantendría vivo por mucho tiempo.
Esto le ocasionaba gran tristeza, pues a lo lejos el observaba como los demás compartían entre si, celebraban y disfrutaban de momentos felices juntos y él no tenía esa oportunidad; no conforme con esto subió al olimpo y desde allá observó el mundo, de pronto a lo lejos, al otro lado del planeta, donde aún poco había sido creado pudo observar una hermosa amazona, (se dice que las amazonas son salvajes) y él, viajo a su encuentro cautivado por su hermosura.
Sin embargo su travesía no fue fácil pues durante el viaje, sorteó una serie de tormentas, huracanes, luchas con bestias del océano, batallas duras que valientemente ganó aunque lo dejaron muy agotado y con múltiples cicatrices, pero sus desdichas no lo hicieron olvidarse de su objetivo, antes bien fortaleció su espíritu y su anhelo de encontrar muy pronto a tan bella mujer que robo su corazón desde el primer momento en que la vio.
Finalmente llego el día en el que arribó a la playa donde las amazonas habitaban, pero algo extraño había ocurrido, la playa se veía sola, devastada, llena de estragos (como de guerras) y desolación. Angustiado corrió en busca de una señal de vida en aquel inhóspito terreno, pero su búsqueda fue infructuosa y dolorosa. Lleno de dolor y tristeza, sus lagrimas empezaron a rodar por su rostro, perdió la esperanza de encontrar a su amada con vida, pues la estela de desesperanza se hallaba por doquier, tanto así que su fuerte corazón fue reducido a mortal angustia, convenciéndose con el paso del tiempo que el amor de su vida se lo había arrebato la muerte. (Continuará).
Pd: Si la gaseosa se tomara sola, alcanzaría poco, pero si se le añade hielo (agua), su sabor varía, pero su contenido aumenta.
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