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Septiembre 13 de 2011
TESTIMONIO EN POSITIVO
Una de las principales debilidades de la iglesia, no solo hoy sino a lo largo de la historia, es su poca participación en la vida real de las personas. La iglesia ha entendido que alejarse del mundo es lo mismo que alejarse de la gente, o por lo menos, alejarse de aquellos que no piensan o no están dispuestas a pensar de la misma manera que ella; algo totalmente contrario al pensamiento y obra de Jesús.
Jesús, hablando de las relaciones con los demás y del amor hacía otros, propone una interacción real con las personas, algo activo, premeditado, pensado. Las relaciones no se consiguen de forma pasiva conformándonos con nuestros dichos de antaño, “Yo con nadie me meto, no participo en nada, soy diferente a los demás no tengo relación con el mundo, no le hago mal a nadie”; y es verdad, tal vez no le hacemos mal a nadie, pero tampoco les hacemos ningún bien y eso, es lo que la gente nos reclama.
Harold segura -teólogo Colombiano- dice: Somos conocidos por nuestras prácticas del ayuno, la oración y la lectura bíblica, por nuestros cultos emotivos, por nuestro afán evangelizador y por no fumar y ser abstemios, pero también (y esto es lo que preocupa) por no haber podido articular esa espiritualidad evangélica con los ámbitos particulares de la vida diaria, como la familia, la empresa, la escuela, la vida pública y la sociedad. Algo entonces, debe andar mal.[1] Algo debe estar impidiendo que actuemos, lo que se nos ha enseñado que es el buen testimonio, no es más que un “retraimiento santo” que nos sacó de las esferas de la realidad, el problema es, que el mundo que Dios ama[2] y que nosotros tanto odiamos, ya nos está cobrando factura.
¿Qué es lo que propone Jesús entonces? Jesús propone un testimonio activo: “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”[3], es la formulación en positivo de lo que siglos atrás habían dicho otros maestros espirituales: “No hagas a los demás lo que a ti te dolería que te hicieran” (Hinduismo, 1500 años a.C.); “No hieras a los demás con lo que a ti te hace daño” (Buda, 563-483 a.C.); “No hagas a los demás lo que no quieres que ellos te hagan a ti” (Confucio, 551 - 479 a.C.); “No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan” (A.T. , libro de Tobías, 415 -300 a.C.-).[4] Lo que dice Jesús es que nos metamos con la gente, que seamos una solución en medio de tantos problemas, que seamos más activos, menos aislados, menos apáticos a las personas por las cuales él murió, con las cuales él se mezcló.
No es suficiente con que no le hagamos mal a nadie, es necesario que también hagamos el bien, recordemos que estamos en un mundo conflictivo, lleno de caos y es necesario que haya personas que sean solución, que sean luz, no sólo para ellos mismos sino para los demás también. No somos distintos, no vivimos en otro planeta, las soluciones que demos a alguien nos servirán a nosotros, si le damos la espalda a este mundo y a las personas que están en él, pronto nos encontraremos viviendo solos y eso, si es que acaso vivimos.
Por: Javier Barco
[1] Hacia una espiritualidad evangélica comprometida
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