Satanás como la personificación del mal ha tomado gran relevancia en todas las épocas. Con diferentes nombres y de diferentes formas se ha aparecido frente a la humanidad, pero con un único fin. Algunos le adoran y otros le odian, yo sin caer en ninguno de los dos ámbitos, repito, he llegado a interesarme mucho por él.  

Como esclavos, mascotas o títeres, somos tratados por Satanás y creo que a todos tiene subyugados, cualquiera sea la reacción frente a él. Es precisamente el miedo y el amor lo que no permite verle como realmente es y tratarlo como realmente merece, recordemos que Satanás no es más que creación de Dios. En ese sentido ha sido muy malinterpretada la Biblia porque, tal como lo dice Job, Satanás está al servicio de Dios y no puede hacer nada que a Dios no le plazca. 

Evidentemente ver a Satanás como un desocupado trascendente sería subestimarle más de lo adecuado, Satanás no es un desocupado per se, Satanás un desocupado porque le tocó. Satanás, si en algún momento quiso quitarle el trono a Dios, se dio cuenta rápidamente de que no podría; eso es evidente porque Dios en su misericordia le regaló su propio reino llamado Averno (o Infierno). ¿Qué es lo que quiere hacer Satanás con su reino? Convertirlo en un reino más grande que el reino de Dios. ¿Cómo? Esclavizando, subyugando, maltratando y haciendo las cosas que han hecho los grandes imperios de la tierra. ¿Lo logrará? Según el Apocalipsis de Juan, no. Por una sencilla razón: en su reino no hay amor. 

En ese contexto, Satanás no sería ni instrumento de Dios ni adversario de él. ¿Quién podría presentarse como adversario del Todopoderoso? Y tampoco es un instrumento porque no hace la voluntad de Dios, no ha dejado que su vida sea llena del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). 

El hecho de que no sea ni instrumento ni adversario de Dios no significa que ocurra lo mismo con respecto a los humanos. No, de hecho si alguien quiere esclavizarte, oprimirte, avergonzarte, manipularte o hacerte cualquier tipo de daño, tú le verías como tú enemigo y así debe de ser. Nosotros no somos enemigos de Satanás porque nada podemos hacer contra él, pero él si es nuestro enemigo porque nos puede arruinar nuestras vidas. Lo mismo pasa entre la relación de Dios y Satanás: Satanás no es enemigo de Dios porque simplemente nada puede hacer contra Dios y Dios no es enemigo de Satanás porque sabe que Dios ha tenido misericordia con él y sabe que nada puede hacer contra Dios. 

En ésta época unos le adoran, otros pelean contra él (o contra el viento, no sé), otros le ignoran (como ignoran muchos la situación política del país). Lo cierto es que todos ellos han caído en su juego. La biblia es muy clara al afirmar “resistir al diablo y él huirá de vosotros” (Santiago 4:7), no dice “pelead”, no dice “lanzadle granadas espirituales”, nada de esas cosas, sólo dice “resistid”. ¿Y cómo se resiste? Con la verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación, la palabra de Dios y la oración.