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Agosto 08 de 2012
¡No lo olvides DIOS EXISTE! P
Por: Th Carlos Cuervo
“Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos” Deuteronomio 8.2
El momento de peligro, de caos u oscuridad, es lo que conocemos como crisis. La palabra “crisis” significa “ruptura en la historia”, las crisis solo ocurren cuando un cambio drástico está a punto de suceder. El problema se nos plantea cuando pertenecemos al Dios Todopoderoso, porque él utiliza la crisis para enfrentarnos a nosotros y nuestro discurso. Podemos decir en mil oportunidades “Alabado sea el Señor”, pero en cuanto se presenta un pueblo más poderoso decir “Alabado sea el dios de ese pueblo al que le temo”. La historia de la escritura demuestra que el miedo es el mejor comprobante para la razón y sentimiento esencial de un pueblo. Es cuando el pueblo tiene miedo que muestra lo que realmente es y si realmente cree en la existencia de su Dios.
Deuteronomio 8 es uno de los pasajes que no entiendo por qué no tiene su propio afiche en cada casa. En este pasaje Dios le está hablando a un pueblo al que se le dará tierra prometida donde fluye leche y miel, a un pueblo que donde llega se deja influenciar por las naciones que, desde su criterio, son mejores que ellos. Dios responde a este pueblo que a cada problema cambia al Señor Todopoderoso por cualquier otro dios. ¿Qué nos advierte de antemano este pasaje?: NO OLVIDES QUE DIOS EXISTE.
El Señor le recuerda al pueblo establecido (fecha en la que el libro se escribió) y a un pueblo por establecerse (fecha a la que se refiere el libro). ¿Qué significa esto? Que este mensaje es para dos tipos de sociedades y personas: 1. La que ya lo tiene todo gracias a la fuerza que Dios le dio en el desierto. Y 2. La que está a punto de tenerlo todo gracias a la fuerza que Dios le está dando en el desierto.
¿Te recuerda esto la historia de alguien?
Entonces, el Señor procura explicar cuál fue el objetivo de la prueba diciéndole al Pueblo un punto clave: “Fidelidad de corazón”. Un pueblo en el desierto no tiene más opción que pegarse del Dios que por medio de sus milagros le atiende, pero la gran pregunta que queda y advertencia es: ¿Podrá un pueblo que lo tiene todo depender de corazón del Dios que le sostiene? Un pueblo que lo tiene todo olvida lo que el Señor dijo en el capítulo anterior “El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante”(Dt7.7)
¿No sucede esto mismo con las Instituciones o personas que crecen en poder y gloria por gracia del Señor? ¿No pueden caer en la misma vanidad y olvidar al Señor y su Ley? Porque cuando tienes poder crees que ya no necesitas estar bajo la ley de otro sino crear la tuya propia. ¡DIOS EXISTE!
El Señor le recuerda al pueblo por toda la humillación que pasó para ser probado en su corazón, pero también le recuerda que dicha humillación jamás pasó por encima de sus necesidades y por encima de su vida: “Te humilló y te hizo pasar ambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. Durante esos cuarenta años no se te gastó la ropa que llevabas puesta, ni se te hincharon los pies. Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti.”(Dt8.3-5) ¡Qué bella comparación! No es un cruel dictador, es un padre que disciplina pero no hiere y mata, es un ser que te hace humilde, pero no te deja con hambre, te alimenta. ¿Recuerdas cuando pasaste por el desierto de la mano del Señor? ¿Recuerdas la cantidad de veces que te ganó el desierto y creíste más en su hambre que en el maná que luego Dios te dio a comer? ¡DIOS EXISTE!
Ahora el Señor nos conduce a “Tierra buena: tierra de arroyos y de fuentes de agua, con manantiales que fluyen en los valles y en las colinas; tierra de trigo y de cebada; de viñas, higueras y ganados; de miel y de olivares; tierra donde no escaseará el pan y donde nada te faltará…” (Dt8.7-9) Y nuestra actitud con tal satisfacción no es la de quien se enorgullece de todo su esfuerzo y lucha incansable, a tal grado que nuestra fuerza se vuelve nuestra experiencia se vuelve la sustentadora y por tanto, con el derecho de ser legisladora. ¡JAMAS! Nuestra actitud es la del placer de recordar “Me lo dio el Señor”, de recordar “Fue la fuerza que me dio el Señor en el desierto la que me ayudó, ¡fue el Señor!” “No se te ocurra pensar: - Esta riqueza es fruto de mi poder y la fuerza de mis manos.- Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza…” (Dt8.17-18) ¡DIOS EXISTE!
Si te fortaleces con la Crisis es para convertirte en un mejor siervo y adorador de Dios, una fortaleza de fe y testimonio para las otras naciones, instituciones y personas. De entre lo más insignificante para el mundo te eligió Dios para ser su pueblo, pero “si llegas a olvidar al Señor tu Dios y sigues a otros dioses para adorarlos e inclinarte ante ellos, testifico hoy en contra tuya que ciertamente serás destruido. Si no obedeces al Señor tu Dios, te sucederá lo mismo que a las naciones que el Señor irá destruyendo a tu paso” (Dt8.19-20) esto es cierto, ¡DIOS EXISTE!
Dos puntos debes recordar: 1. La Crisis es un momento en el que Dios te pone a prueba con tus temores para generar caos en tu vida y probar: ¿Crees en mí pese a todo o crees en mí solo cuando te conviene? 2. La fuerza que te da la Crisis te convierte en un ser más poderoso, pero no olvides que eso es producto de Dios, no tuyo. En ambos casos es un grito del Señor para algo que pese a todo olvidamos: “DIOS EXISTE”, un recordatorio en la crisis cuando negamos a nuestro Dios por los problemas que vemos más grandes que Él, y cuando no hay problemas, le negamos porque creemos que no necesitamos de Él. No lo olvides: ¡DIOS EXISTE!
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