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  ¡Pero sí seremos animales!
Octubre 21 de 2011
¡Pero sí seremos animales!


Meditad mis queridos amigos, ¡vos y yo sí que somos animales! Y al usar esta expresión veremos lo bíblico del asunto, cuando nos dirigimos al Génesis y observamos tan importante tema: La ruptura del hombre con su animal interior. Porque, ¿Quién puede decir que no es un animal? ¿Vos? ¿Yo? ¿Aquel? Empecemos por decir que los “todosapientes” científicos nos encierran acertadamente en la taxonomía de la siguiente manera: Reino: Animalia. Subreino: Metazoa. Philum: Chordata. Subphilum: Vertebrata. Clase: Mamalia. Subclase: Eutheria. Orden: Primates. Familia: Hominidae. Género: Homo. Especie: Sapiens.  En pocas palabras: Sos un animal, primate (de los que no tienen cola) y caminas erecto, además, “pensas”. ¡Eso está muy bien! Aparte de los que se salgan de la discusión a ponerse a hablar caspa sobre la evolución y que “yo no vengo del mono que va!”, debes comprender que eres tan ínfimo y “poca cosa” como un animal para poder comprender tu “status” en el mundo.
 
Y Dios dice: “Hagamos al hombre conforme a nuestra semejanza” cosa que separa al ser humano del resto de las bestias del campo y peces del mar. Qué chévere, somos Imago Dei y eso nos hace diferentes, y además, si Dios es Señor, “que señoree sobre los peces del mar y las aves del cielo”. ¡Pero qué lindo! ¡La Escritura es Humanista y Antropocéntrica! ¡Qué lindo! ¡QUE VA! Observe usted con cuidado, que la tarea establecida en el Génesis 2 dice “y puso Dios al hombre en el Edén para que lo cuidara y cultivara” sin embargo, llega el momento donde el hombre se ve seducido por el “animal interior”.
 
Entremos en un punto antes de seguir: ¿Qué ha dicho la ciencia que nos separa de los animales? Después de cientos de años de estudio y de nuevos métodos científicos, la ciencia dirá técnicamente lo mismo que ya había dicho por ahí Aristóteles y mucho antes los Mesopotámicos: El ser humano es diferente porque es racional y no meramente sensitivo (Instintivo para casos modernos). Ahora, dicho esto, lo que te separa del mono es: que tienes lenguaje y el lenguaje es sencillamente un montón de símbolos para diferenciar el mundo que te rodea, pero, ¡oh sorpresa! El lenguaje es entendido arbitrariamente de acuerdo a lo que tú supones que es el mundo que te rodea, juzgándolo a partir de esas lindas experiencias que te llegaron desde bebé. “Ergo”: sos un animal. Porque tu punto de partida para crear experiencias, oh, si!: tu instinto.
 
Dado que establecimos que tus reacciones son instintivas, comprendes bien que, “amas” al sexo opuesto por el instinto de aparearte, que odias, por el instinto de supervivencia porque ese al que “odias” está en el camino de tu Yo. Y claro, “JUZGAS” por el instinto individual, puro “Ego”, ¡pura necesidad Darwiniana de subsistir! (Para los que no saben quién es Darwin, tómense el tiempo de investigar por qué rayos es que alegamos la evolución y por ahí se encuentran el nombre)
 
Una vez que el ser humano aparece en el Edén, ¿Quién inicia la tentación? ¡La Serpiente! Un animal, una representación de lo opuesto a Dios. Génesis 3 solamente demuestra lo animales que somos, una vez que te dejas hablar por el animal (la serpiente) pues solo hace falta preguntarle a tu dios animal: A VOS! A tu Ego!: “Y la mujer vio que el árbol era bueno para…” ¡qué lindo como nos insulta la escritura! A partir del consejo de la serpiente y de tu propia persona es que decides el acto de insurrección a Dios, alejándote de su imagen. Ahora me alegarán: “es que no nos alejamos de la imagen de Dios, blah, blah!”, pues te pregunto: si no nos alejamos de la imagen de Dios, ¿Para qué Jesúcristo como ejemplo a seguir?
 
El culto al animal es bastante condenado porque representan todo lo que es alejado de Dios, mira el Éxodo 20, donde se condenan las imágenes adoradas de lo que hay en el cielo, tierra y en aguas, todo esto son animales, pero para completar, el acto de traición contenido poco más adelante del pueblo de Dios es la adoración a un becerro de oro al que le ponen el nombre de Yahvé. En el Nuevo Testamento tienes a Pablo diciendo en Romanos 1 que nos envanecimos en nuestros tontos razonamientos y cambiamos al Dios verdadero por animales, y a partir de esa adoración estúpida nos volvimos tan carnales y asquerosos como describe el capítulo.
 
Preguntas reflexivas: ¿Qué me impulsa a pecar? ¿Qué me impulsa a desvirtuar a Dios? ¿Por qué prefiero a unos que a otros? ¿Cuál es mi necesidad de estar con más de una en mi vida sexual? ¿Por qué no puedo evitar ciertas cosas? ¿Para qué trabajo? ¿Para qué uso el dinero? ¿Para qué veo televisión o leo un libro? ¿Estoy en cada paso acercándome a la Imagen de Dios o a la Imagen de Animal?
 
En lo personal, un “animal racional” (como nos dijo Aristóteles) me parece más peligroso que un animal meramente instintivo. Porque solo el “animal racional” ha usado precisamente su razón para sustentar instintos peligrosos para las otras especies y para su propia especie. Solo el animal racional se ha sumergido en una supuesta superioridad a acabar con todo.
 
¡Qué Dios nos ayude a ser más como Cristo, así seremos salvadores y no depredadores!

Por: Th Carlos Cuervo
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